Relación entre el sistema visual y el motor y su afectación en el aprendizaje
En una sociedad culta como la nuestra es una prioridad el aprendizaje escolar para obtener una aceptación social, cultural y profesional.
Es muy importante tener en cuenta todos los factores que puedan coartar un buen desarrollo cognitivo del niño. Es por ello que los optometristas, responsables de la salud visual, estudian aquellas causas relacionadas con el sentido de la visión que pueden interferir en un buen proceso del aprendizaje.
De todos es sabido que si el niño no ve bien, evidentemente no puede captar la información de forma adecuada debido a que la imagen está borrosa en su retina y le va a producir confusión
en la lectura o copia de la pizarra, falta de concentración y todos aquellos síntomas que se manifiestan tras realizar un esfuerzo con sus ojos, como dolor de cabeza, lagrimeo, ojos rojos, etc...
No obstante existen otras habilidades visuales no tan conocidas que van a influir en el buen funcionamiento visual y en consecuencia en un adecuado rendimiento. Para poder entender la relación de dichas habilidades con el proceso de aprendizaje es necesario conocer cómo se desarrollan y en qué etapa de su evolución ha podido ser alterada.
La base del desarrollo visual está en el desarrollo motor, es decir, el ser humano nace con un sentido de la visión precaria. El bebé tiene una visión borrosa que sólo le permite discernir objetos muy cercanos, no diferencia entre los diferentes colores debido a que todavía han de madurar los fotorreceptores (células neuronales sensibles a la luz que tras ser estimuladas convierten la luz en estímulos nerviosos siendo transformados por el cerebro en imágenes), y el control motor de sus ojos es muy básico.
El ser humano tiene como objetivos innatos el poder desplazarse y conocer su entorno. En los primeros meses de vida el bebé necesita de los adultos para obtener estímulos y mediante estos estímulos su cerebro irá creando conexiones entre neuronas que permitirán ir avanzando en el desarrollo de los sentidos.
Los primeros movimientos que realiza el bebé o mejor dicho el feto son los reflejos primitivos, son movimientos involuntarios que son activados por estímulos que vienen directamente de receptores sensoriales. Los reflejos activan a nivel de sistema nervioso la médula espinal y el tronco del encéfalo, son por lo tanto respuestas primarias.
Estos movimientos van a permitir que el bebé cambie la postura de enfoque en posición prono (hacia abajo), desarrollando el sistema de acomodación, capacidad de poder enfocar a diferentes distancias, en el momento que levanta la cabeza o se desplaza mediante el arrastrado, así como el desarrollo de la binocularidad, capacidad para coordinar ambos ojos en el momento que coordina ambos lados del cuerpo durante el gateo.
Estos reflejos involuntarios van a ir integrándose para dar paso a reflejos posturales que permitirán mantener un tono muscular y una postura adecuada, por lo que si no se integran pueden causar trastornos en el movimiento, incapacidad de mantener una postura cómoda durante cierto tiempo, movimiento constante, torpeza motora, respuestas exageradas a estímulos ambientales, cansancio frecuente, problemas de comportamiento derivados de su inquietud motora, déficit de atención y mala integración visuo-motora.
Dos reflejos básicos que ha de tener el niño integrados para el conocimiento del espacio y que afectan más en el desarrollo de la lecto-escritura son el Reflejo Tónico Laberíntico (RTL) y el Reflejo Asimétrico del Cuello (RTAC):
- El RTL ayuda al niño a adaptarse a las nuevas condiciones gravitacionales. Cada vez que el niño mueve la cabeza hacia delante disminuye el tono de los músculos extensores y el cuello, espalda y piernas se doblan. Cuando se dobla la cabeza hacia atrás aumenta el tono de los músculos extensores y el cuerpo se estira. Evidentemente modificará su postura cuando esté sentado leyendo ya que el movimiento de la cabeza hacia abajo hará que se contraigan los músculos de la espalda. Además, si este reflejo no se integra adecuadamente el niño tiene problemas para hacer juicios espaciales, cálculo de las distancias, profundidad y velocidad.
- El RTAC es el reflejo que está asociado a la definición de la línea media. Se integra durante la etapa del gateo cuando el niño empieza a coordinar ambas partes del cuerpo. Si no lo hace puede tener dificultades en el equilibrio cuando gira la cabeza a un lado por lo que le resulta difícil aprender a montar en bicicleta, y es fácil que pueda tirar cosas involuntariamente o volcarlas, así como chocar con objetos o muebles. También puede provocar problemas de interpretación espacial. Para no cruzar la línea media, algunos de estos niños giran el papel para poder escribir en vertical y también tienen problemas en escribir el ocho.